viernes, 28 de noviembre de 2008

Cronica de una muerte anunciada

Santiago Nasar (un hombre acomodado), es buscado por Pedro y Pablo Vicario, hermanos de Angela Vicario con la intención de matarlo por deshonrar a su hermana. El motivo de la deshonra fue la devolución de Ángela por su marido luego del casamiento. Èste, Bayardo San Romàn, era un hombre misterioso de quien nada se sabía. La causa de la devolución fue que Ángela no llegara virgen al matrimonio, a lo que ésta añadió que había sido Santiago Nasar quién la había desvirgado.
Pedro y Pablo, sus hermanos, deiciedron matar a Santiago Nasar con unos cuchillos para limpiar el nombre de su hermana. Mientras los afilaban, le iban diciendo a la gentecuá era su intención. Cuando se enteró la policía fue hablar con los hermanos y les quitó sus cuchillos, pero como ellos eran matarifes agarraron otros. Santiago Nasar, aùn seguìa celebrando la boda que concidiò con la llegada del obispo.Èste fue al muelle a recibirlo pero el obispo no bajò del barco. Santiago se separò de su amigo Cristo Bedoya, que lo habìa acompañado al puerto y se marchò. Bedoya, al enterarse de la intenciòn de los Vecario salio a buscar a Santiago pero no tubo exito. Nasar se habìa metido en casa de su novia,de donde salio en direccion al lugar donde estaban los Vecario.Iba tranquilo cuando una multitud comenzò a gritarle que se marchara. Santiago corriò a su casa, pero al llegar, su madre (Plàcida Linero) cerrò la puerta, pensando que èl ya estaba adentro. Luego, los hermanos Vecario le asestaron infinidad de puñaladas causandole su muerte.

Analisis de la novela
El narrador es testigo, es un narrador en primera persona y testigo de algunos hechos asume , años despuès del suceso, la funciòn de investigador para reconstruir la historia mediante informes,cartas,diversos testimonios y su memoria (pues èl mismo estuvo en el pueblo el dìa de la boda)
La narraciòn del hecho se realiza 27 años despuès de la muerte de Santiago, cuando se reune con la madre de èste el 27 aniversario de la muerte de su hijo.

Opinion personal
Creo que la novela nos muestra la vida de todo un pueblo y no de un/os personaje/s en paricular. Es decir, todos los sucesos que trancurren antes y despues de la muerte de Santiago Nasar estàn relaciònados en forma directa e indirecta con el pueblo.
Todo el mundo sabìa que los hermanos Vicario iban a matar a Santiago Nasar,.menos èl y su familia.
Creo que por ese entonces , los valores(tales como el honor y el orgullo de la familia) eran muy importantes, por eso nadie le avisò a Santiago la intenciòn de los Vicario. Alguien tenia que morir y Santiago Nasar fue el elegido.

La imposibilidad de acceder al conocimiento de la verdad.
Uno de los aspecto de la novela que nos llama la atenciòn es que deja sin aclarar al menos dos aspectos. Si fuè o no Santiago Nasar quièn desvirgò a Àngela Vicario y còmo fuèposible que su asesinato no pudiese llegar a ser evitado dados las circunstancias en que se desarrollò. Dado que la novela se presenta como la reconstrucciòn de los hechos, la conclusiòn de la misma dejando sin resolver aspectos tan escenciales pone de manifiesto la dificultad de alcanzar el conocimiento de la verdad.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Con la Profesora de Castellano de 3º 4º, Sandra Vazquez, trabajamos la elaboración de Textos Argumentativos. Seleccionamos dos de los trabajos:

Los jóvenes se embarazan y se infectan de VIH porque no reciben educación sexual
Una epidemia que nos afecta a todos

Un vocero de la ACIERA (Federación Alianza Cristiana de Iglesias Evangelistas de la República Argentina) aseguró como “intromisión” el hecho de que el Estado se encargue de la educación sexual en las escuelas. También dijo que de ser aprobados los proyectos de educación sexual en las escuelas, a los chicos se les enseñaría, entre otras cosas, que la homosexualidad y el lesbianismo son algo normal y en las escuelas cristianas estas enseñanzas irían en contra de los mandamientos religiosos.
Esto también se agrega a lo que dijeron los portavoces de los centros religiosos: “Las actividades sexuales entre las personas del mismo sexo son calificadas como abominaciones frente a los ojos de Dios”.
La infección de HIV se ha incrementado más rápidamente entre los jóvenes. Una de cada cuatro nuevas infecciones en los EE.UU. ocurre entre la gente joven menos de 22 años. Debido a que la infección pudo haber ocurrido hasta 10 años antes de ser diagnosticada como SIDA, esto significa que la mayoría de las personas se infectaron con el VIH en la adolescencia o en la pre-adolescencia. Si nos quedamos de brazos cruzados, en los próximos 10 años el número de infectados se duplicará o triplicará.
La educación sexual no debe ser de padres a hijos como afirma el vocero de la ACIERA. Debe ser del Estado (en las escuelas) más la de los padres e hijos. Muchas veces los padres no tienen la información necesaria o no saben como hablar del tema con sus hijos y esto es muy problemático, sobre todo en niños muy pequeños.
En la Argentina, debería haber más centros o programas de educación sexual para padres; pero no los hay. La educación sexual en las escuelas con los especialistas correspondientes podría hacer que el número de casos de personas con VIH o RTS disminuya en el país y que los métodos anticonceptivos sean aprobados por las escuelas religiosas para poder distribuirlos gratuitamente en ella.
Nuestros niños merecen la mejor educación posible. Pero la Iglesia, por qué se opone a todo esto, por machismo no creemos ¿Por los mandamientos de Dios? ¿No será que la Iglesia se opone porque empezarían a perder su tan amado dinero o el oro, la plata y el bronce que constituyen el gran edificio del Vaticano con el que podrían alimentar a tantas familias carenciadas de África (a los que ellos tanto aman) o ayudar a las ONG o construir escuelas religiosas en las que no te cobren casi un sexto de su sueldo mensual?

ESTEBAN BASSO, Alumno de 3º 4ª -

Una epidemia que nos afecta a todos: droga y alcohol

Sin lugar a dudas nos encontramos frente a un gran problema. En nuestro país, existe desde hace años una gran preocupación creciente por el problema del uso y abuso del alcohol y las drogas.
Las drogas constituyen un problema que cruza las barreras de todos los grupos sociales y penetra en cualquier edad sin encontrar resistencia en ninguna en particular.
El problema de la drogodependencia no es nuevo, sino que viene desde hace siglos. Sin embargo, debe alarmarnos su crecimiento sostenido entre los jóvenes, el consumo masivo sin respetar clases sociales, nivel intelectual, cultural o económico y la cada vez más corta edad en que se comienza a consumir drogas para modificar estados mentales o afectivos.
El alcohol es una de las drogas más consumidas en la Argentina. Su abuso produce severos daños físicos, psicológicos, afecta su salud físico-mental y su comportamiento social y económico.
Es común que los artículos de los diarios y de las revistas, así como programas de radio o televisión se refieren a las que llamamos drogas ilegales como la cocaína y la marihuana y la relacionan con el crimen y con la gente joven. No ayudan a solucionar este grave problema que de una u otra manera nos afecta a todos por igual.
Creemos que hoy, la adicción como fenómeno masivo es una de las consecuencias de la grave crisis que padece nuestra sociedad en sus múltiples aspectos.
El debilitamiento y la constante desintegración de la familia, la falta de verdadera comunicación tanto en el ámbito familiar como en el educativo.
Estamos convencidos de que una de las formas de prevenir el consumo masivo de drogas y alcohol es dando mayor información sobre el tema, advirtiendo las consecuencias que éstas drogas traen a futuro a aquellos jóvenes que las consumen.
Por lo tanto cuando los padres dedican una parte de su tiempo a charlar sobre el tema están sin duda ayudando a prevenir el abuso de las drogas. También creemos que este no es un problema solo de los jóvenes sino que involucra a toda la sociedad por lo tanto está incluyendo a los gobernantes quienes la responsabilidad de solucionar este grave problema que no solo nos trae consecuencias en el presente sino que traerá problemas a fututo.
CHRISTIAN NICOLÁS CASIMIRO, Alumno de 3º 4ª

jueves, 20 de noviembre de 2008

Los alumnos de Quinto Año continuaron un cuento de Jorge Luis Borges


Las ruinas circulares
Jorge Luis Borges (De El jardín de senderos que se bifurcan, 1941)


Nadie lo vio desembarcar en la unánime noche, nadie vio la canoa de bambú sumiéndose en el fango sagrado, pero a los pocos días nadie ignoraba que el hombre taciturno venía del Sur y que su patria era una de las infinitas aldeas que están aguas arriba, en el flanco violento de la montaña, donde el idioma zend no está contaminado de griego y donde es infrecuente la lepra. Lo cierto es que el hombre gris besó el fango, repechó la ribera sin apartar (probablemente, sin sentir) las cortaderas que le dilaceraban las carnes y se arrastró, mareado y ensangrentado, hasta el recinto circular que corona un tigre o caballo de piedra, que tuvo alguna vez el color del fuego y ahora el de la ceniza. Ese redondel es un templo que devoraron los incendios antiguos, que la selva palúdica ha profanado y cuyo dios no recibe honor de los hombres.
El forastero se tendió bajo el pedestal. Lo despertó el sol alto. Comprobó sin asombro que las heridas habían cicatrizado; cerró los ojos pálidos y durmió, no por flaqueza de la carne sino por determinación de la voluntad. Sabía que ese templo era el lugar que requería su invencible propósito; sabía que los árboles incesantes no habían logrado estrangular, río abajo, las ruinas de otro templo propicio, también de dioses incendiados y muertos; sabía que su inmediata obligación era el sueño. Hacia la medianoche lo despertó el grito inconsolable de un pájaro. Rastros de pies descalzos, unos higos y un cántaro le advirtieron que los hombres de la región habían espiado con respeto su sueño y solicitaban su amparo o temían su magia. Sintióel frío del miedo y buscó en la muralla dilapidada un nicho sepulcral y se tapó con hojas desconocidas.
El propósito que lo guiaba no era imposible, aunque sõ sobrenatural. Quería soñar un hombre: quería soñarlo con integridad minuciosa e imponerlo a la realidad. Ese proyecto mágico había agotado el espacio entero de su alma; si alguien le hubiera preguntado su propio nombre o cualquier rasgo de su vida anterior, no habría acertado a responder. Le convenía el templo inhabitado y despedazado, porque era un mínimo de mundo visible; la cercanía de los leñadores también, porque éstos se encargaban de subvenir a sus necesidades frugales. El arroz y las frutas de su tributo eran pábulo suficiente para su cuerpo, consagrado a la única tarea de dormir y soñar.
Al principio, los sueños eran caóticos; poco después, fueron de naturaleza dialéctica. El forastero se soñaba en el centro de un anfiteatro circular que era de algún modo el templo incendiado: nubes de alumnos taciturnos fatigaban las gradas; las caras de los últimos pendían a muchos siglos de distancia y a una altura estelar, pero eran del todo precisas. El hombre les dictaba lecciones de anatomía, de cosmografía, de magia: los rostros escuchaban con ansiedad y¥ procuraban responder con entendimiento, como si adivinaran la importancia de aquel examen, que redimirõa a uno de ellos de su condición de vana apariencia y lo interpolaría en el mundo real. El hombre, en el sueño y en la vigilia, consideraba las respuestas de sus fantasmas, no se dejaba embaucar por los impostores, adivinaba en ciertas perplejidades una inteligencia creciente. Buscaba un alma que mereciera participar en el universo.
A las nueve o diez noches comprendió con alguna amargura que nada podía esperar de aquellos alumnos que aceptaban con pasividad su doctrina y si de aquellos que arriesgaban, a veces, una contradicción razonable. Los primeros, aunque dignos de amor y de bueno afecto, no podían ascender a individuos; los últimos preexistían un poco más.
Una tarde (ahora también las tardes eran tributarias del sueño, ahora no velaba sino un par de horas en el amanecer) licenció para siempre el vasto colegio ilusorio y se quedó con un solo alumno. Era un muchacho taciturno, cetrino, díscolo a veces, de rasgos afilados que repetían los de su soñador. No lo desconcertó por mucho tiempo la brusca eliminación de los condiscípulos; su progreso, al cabo de unas pocas lecciones particulares, pudo maravillar al maestro. Sin embargo, la catástrofe sobrevino.
El hombre, un día, emergió del sueño como de un desierto viscoso, miró la vana luz de la tarde que al pronto confundió con la aurora y comprendió que no había soñado. Toda esa noche y todo el día, la intolerable lucidez del insomnio se abatió contra él. Quiso explorar la selva, extenuarse; apenas alcanzó entre la cicuta unas rachas de sueño débil, veteadas fugazmente de visiones de tipo rudimental: inservibles. Quiso congregar el colegio y apenas hubo articulado unas breves palabras de exhortación, éste se deformó, se borró. En la casi perpetua vigilia, lágrimas de ira le quemaban los viejos ojos. Comprendió que el empeño de modelar la materia incoherente y vertiginosa de que se componen los sueños es el más arduo que puede acometer un varón, aunque penetre todos los enigmas del orden superior y del inferior: mucho más arduo que tejer una cuerda de arena o que amonedar el viento sin cara. Comprendió que un fracaso inicial era inevitable. Juró olvidar la enorme alucinación que lo había desviado al principio y buscó otro método de trabajo Antes de ejercitarlo, dedicó un mes a la reposición de las fuerzas que había malgastado el delirio. Abandonó toda premeditación de soñar y casi acto continuo logró dormir un trecho razonable del día. Las raras veces que soñó durante ese período, no reparó en los sueños. Para reanudar la tarea, esperó que el disco de la luna fuera perfecto. Luego, en la tarde, se purificó en las aguas del río, adoró los dioses planetarios, pronunció las sílabas lícitas de un nombre poderoso y durmió. Casi inmediatamente, soñó con un corazón que latía.
Lo soñó activo, caluroso, secreto, del grandor de un puño cerrado, color granate en la penumbra de un cuerpo humano aun sin cara ni sexo; con minucioso amor lo soñó, durante catorce lúcidas noches. Cada noche, lo percibía con mayor evidencia. No lo tocaba: se limitaba a atestiguarlo, a observarlo, tal vez a corregirlo con la mirada. Lo percibía, lo vivía, desde muchas distancias y muchos ángulos. La noche catorcena rozó la arteria pulmonar con el índice y luego todo el corazón, desde afuera y adentro. El examen lo satisfizo. Deliberadamente no soñó durante una noche: luego retomó el corazón, invocó el nombre de un planeta y emprendió la visión de otro de los órganos principales. Antes de un año llegó al esqueleto, a los párpados. El pelo innumerable fue tal vez la tarea más difícil. Soñó un hombre íntegro, un mancebo, pero éste no se incorporaba ni hablaba ni podía abrir los ojos. Noche tras noche, el hombre lo soñaba dormido.
En las cosmogonías gnósticas, los demiurgos amasan un rojo Adán que no logra ponerse de pie; tan inhábil y rudo y elemental como ese Adán de polvo era el Adán de sueño que las noches del mago habían fabricado. Una tarde, el hombre casi destruyó toda su obra, pero se arrepintió. (Más le hubiera valido destruirla.) Agotados los votos a los númenes de la tierra y del río, se arrojó a los pies de la efigie que tal vez era un tigre y tal vez un potro, e imploró su desconocido socorro. Ese crepúsculo, soñó con la estatua.
La soñó viva, trémula: no era un atroz bastardo de tigre y potro, sino a la vez esas dos criaturas vehementes y también un toro, una rosa, una tempestad. Ese múltiple dios le reveló que su nombre terrenal era Fuego, que en ese templo circular (y en otros iguales) le habían rendido sacrificios y culto y que mágicamente animaría al fantasma soñado, de suerte que todas las criaturas, excepto el Fuego mismo y el soñador, lo pensaran un hombre de carne y hueso.
Le ordenó que una vez instruido en los ritos, lo enviaría al otro templo despedazado cuyas pirámides persisten aguas abajo, para que alguna voz lo glorificara en aquel edificio desierto. En el sueño del hombre que soñaba, el soñado se despertó.
El mago ejecutó esas órdenes. Consagró un plazo (que finalmente abarcó dos años) a descubrirle los arcanos del universo y del culto del fuego. íntimamente, le dolía apartarse de él. Con el pretexto de la necesidad pedagógica, dilataba cada días las horas dedicadas al sueño. También rehizo el hombro derecho, acaso deficiente. A veces, lo inquietaba una impresión de que ya todo eso había acontecido. . . En general, sus días eran felices; al cerrar los ojos pensaba: Ahora estaré con mi hijo. O, más raramente: El hijo que he engendrado me espera y no existirá si no voy. Gradualmente, lo fue acostumbrando a la realidad. Una vez le ordenó que embanderara una cumbre lejana. Al otro día, flameaba la bandera en la cumbre. Ensayó otros experimentos análogos, cada vez más audaces. Comprendió con cierta amargura que su hijo estaba listo para nacer y tal vez impaciente. Esa noche lo besó por primera vez y lo envió al otro templo cuyos despojos blanqueaban río abajo, a muchas leguas de inextricable selva y de ciénaga. Antes (para que no supiera nunca que era un fantasma, para que se creyera un hombre como los otros) le infundió el olvido total de sus años de aprendizaje.
Su victoria y su paz quedaron empañadas de hastío. En los crepúsculos de la tarde y del alba, se prosternaba ante la figura de piedra, tal vez imaginando que su hijo irreal ejecutaba idénticos ritos, en otras ruinas circulares, aguas abajo; de noche no soñaba, o soñaba como lo hacen todos los hombres. Percibía con cierta palidez los sonidos y formas del universo: el hijo ausente se nutría de esas disminuciones de su alma. El propósito de su vida estaba colmado; el hombre persistió en una suerte de éxtasis.
Al cabo de un tiempo que ciertos narradores de su historia prefieren computar en años y otros en lustros, lo despertaron dos remeros a medianoche: no pudo ver sus caras, pero le hablaron de un hombre mágico en un templo del Norte, capaz de hollar el fuego y de no quemarse. El mago recordó bruscamente las palabras del dios. Recordó que de todas las criaturas que componen el orbe, el fuego era la única que sabía que su hijo era un fantasma. Ese recuerdo, apaciguador al principio, acabó por atormentarlo.
Temió que su hijo meditara en ese privilegio anormal y descubriera de algún modo su condición de mero simulacro. No ser un hombre, ser la proyección del sueño de otro hombre ¡qué humillación incomparable, qué vértigo! A todo padre le interesan los hijos que ha procreado (que ha permitido) en una mera confusión o felicidad; es natural que el mago temiera por el porvenir de aquel hijo, pensado entraña por entraña y rasgo por rasgo, en mil y una noches secretas.
El término de sus cavilaciones fue brusco, pero lo prometieron algunos signos. Primero (al cabo de una larga sequía) una remota nube en un cerro, liviana como un pájaro; luego, hacia el Sur, el cielo que tenía el color rosado de la encía de los leopardos; luego las humaredas que herrumbraron el metal de las noches, después la fuga pánica de las bestias. Porque se repitió lo acontecido hace muchos siglos. Las ruinas del santuario del dios del fuego fueron destruidas por el fuego. En un alba sin pájaros el mago vio cernirse contra los muros el incendio concéntrico. Por un instante, pensó refugiarse en las aguas, pero luego comprendió que la muerte venía a coronar su vejez y a absolverlo de sus trabajos. Caminó contra los jirones de fuego. Éstos no mordieron su carne, Estos lo acariciaron y lo inundaron sin calor y sin combustión. Con alivio, con humillación, con terror, comprendió que él también era una apariencia, que otro estaba soñándolo.

FINAL ESCRITO POR LEANDRO VARELA

"… Sin importarle la desastrosa noticia que acababa de darse cuenta, juntó fuerzas y quiso volver a soñar a ese hombre modelo que el quería; nuevamente se repite lo ocurrido, alcanza el propósito de su sueño, pero se disipa otra vez, y ahora si, se da por vencido frente a esta situación que para él ya era imposible remediar. Es ahí, cuando el mago se descontempla y se esfuma, entendiendo así, que también se termina el sueño del soñador del mago."

Leandro Varela. 5º 11

FINAL ESCRITO POR BRIAN G. KAUFHOLD

“…Tras darse cuenta de esto, el dios Fuego le advierte que desde ahora, el hombre dejaría de existir como un simple ser, como un sueño, y que tomaría el lugar de el nuevo dios Fuego. Aceptando su destino, su cuerpo es hundido en las vivas llamas que inundaban el lugar.
Descubre que su creación, su sueño, ahora tiene la esperanza de crear un nuevo ser.
Desconocido también su pasado y su procedencia, el hombre desea la realización de un ser a misma imagen de sus sueños.
Recostado en la fría roca donde se hallaba, tras dormirse, logra comenzar su sueño.Tal como su creador, repite su historia, como si el pasado, hubiese dejado de tener una existencia, como si todo, comenzara nuevamente desde un principio.
Tras tener éxito en su actual creación, llega el dios Agua, quien le terminaría de cumplir su deseo, tal y como Fuego lo fue con el soñador. Y así, se concluyó, también, la misma historia que antecedió a su persona.
Ahora, con el dios Fuego, Agua, y el nuevo soñado hombre y convertido en Viento, deciden terminar este circulo en un ultimo hombre. El hombre perfecto, el mortal, que pudiese vivir en la Tierra.
El sonido generado por Agua comenzó a rebozar por el planeta, dejándolo completamente de un cristalino color azul, y perdiendo toda memoria de su antigua forma. Fuego comenzó a realizar con Agua las nubes, que consecuentemente formaron las tormentas. Y junto a Viento, se desplazaban como si tuvieran un infinito destino.
Al finalizar, soñaron todos juntos a Tierra, de donde surgieron los más hermosos lugares, fundiéndose así como naturaleza.
De ahí, surgió el primer hombre. Cuya persona convivió en la misma, pero esta vez conoció su pasado, descubrió la existencia de un cercano futuro, proponiéndose vivir, tal y como sus creadores, hubieran soñado que así sea…”

Brian G. Kaufhold 5· 11

FINAL ESCRITO POR SILVINA RODRÍGUEZ

"...Tan grande fue su desilución e ira, que tramó un plan; iba a dejar de existir, para que su soñador también lo hiciera. Tenía la idea de que el mundo se dividía en otros submundos con realidades paralelas. Los sueños se habían mezclado y la única solución era la de desaparecer un fantasma en el sueño para que no exista en la realidad. El forastero se despidió de su casi real hijo y se durmió. Tuvo un sueño de esos de nunca despertar"

Silvina Rodríguez 5º 11




viernes, 31 de octubre de 2008

Puerta Condenada

A Petrone le gustó el hotel Cervantes por razones que hubieran desagradado a otros. Era un hotel sombrío, tranquilo, casi desierto. Petrone aceptó una habitación con baño en el segundo piso, que daba directamente a la sala de recepción. Por el tablero de llaves en la portería supo que había poca gente en el hotel, pero no le dio importancia.
Ese mismo día fue a comprar algunas cosas que le hacían falta.
Cuando regresó al hotel, sintió que realmente estaba sola y se preguntaba por qué la gente no se hospedaba en ese lugar. Siguió su camino, cuando de ahí vio salir a una señora con actitud extraña, y al verla se fue rápidamente. Ella no alcanzó a verle la cara, entonces entró a su cuarto y se quedó pensando en la señora.
Al día siguiente fue a dar una vuelta. Cuando regresó vio la puerta de su habitación abierta, entró asombrada y se encontró con algo inesperado: en una de sus paredes estaba escrito con una sustancia roja "Sal de aquí antes de que sea tarde". Eñlla se quedó pasmada ante esa extraña situación, armó su equipaje y bajó rápidamente las escaleras.
En ese momento las puertas se empezaron a cerrar solas, al mismo tiempo empezaron a surgir seres extraños por todas partes. Petrone se dio cuenta que estaba en peligro y que la muerte se aproximaba. En su último segundo de vida se arrepintió de haberse hospedado en ese lugar y comprendió los motivos del por qué la gente no se hospedaba allí, y explamó por última vez: ¡Por qué a mí!

Sergio Gustavo Segovia
3º 2º

PARECIA DE SEDA

Un día de viento de no me acuerdo qué año, entré por primera vez en el cementerio de la hierba, no porque tuviera allí alguien enterrado, sino por la paz que respira en los cementerios.
La paz que habitaba en el lugar era increíble.
Mientras estaba recostado sobre la banca respirando la tranquilidad de aquel lugar, empezó a llover y a oscurecer.
Pensé en ese momento que sería mejor retirarme del cementerio.
Cuando me estaba yendo observé una figura cerca de la entrada, me acerqué con mucho cuidado para ver de qué se trataba.
Al acercarme noté que era una mujer joven que tenía el cabello rojo y un extraño sacón que parecía de seda, en ese instante sentí escalofríos pero cuando miré sus ojos azules que parecían no tener vida algo me abrazó: fue el terror de mirar esos ojos sin vida. Mientras más la miraba notaba que su rostro tenía una expresión de angustia y desaparición. Ese abrazo de repente se convirtió en sofocación. El terror me ahogaba.
Me quedé unos segundos atónito, después al reaccionar no sabía qué hacer, sólo correr.
Corrí como si mi vida dependiera de ello hasta que ya no pude divisar al criatura, desde es día me juré que nunca más entraría a un cementerio para buscar tranquilidad.
Después, cuando estaba volviendo a mi casa vi a mucha gente reunida en una esquina, había dos patrullas y un ambulancia.
Cuando me acerqué divisé a un cuerpo tirado que había sido atropellado. Al observarlo con mayor detenimiento vi que era una una mujer pelirroja con un extraño sacón que parecía de Seda.

Santiago López
3º 2º

Ella tambien

(se cansó de este sol, viene a mojarse los pies a la luna - Luis Alberto Spinetta)

Esa noche ella sabía que algo iba a ocurrir. Se duchó y se vistió de forma más elegante que de costumbre. Se maquilló y se perfumó. Salió de su casa sin rumbo fijo, pero sabiendo que en cualquier momento lo encontraría... Se sentía alegre, pero confundida. Sus ojos ardían, su cara anestesiada, su nariz sufrida. Luego de bajar las escaleras de la entrada palmeó su abrigo de piel y notó que había olvidado sus cigarrillos junto con su billetera. Rió sola y dio media vuelta para entrar al lugar del que acababa de salir, topándose con un hombre misterioso, vestido de traje, sobretodo y sombrero, tal cual los detectives de la época; misterioso por su figura y su sigilo, ya que en ningún momento se había dado cuenta que venía alguien atrás de ella; misterioso por sus acciones y sus rarezas, ya que chocaron y él vulgarmente olió su cuello durante varios segundos provocando intimidar a la muchacha y haciéndola sentir desnuda por completo, casi violada.
Ella se asustó, dijo -“Disculpe usted, señor” y bajó la cabeza como un cachorro esperando el golpe de su amo por una mala acción. Lo esquivó e intentó abrir la puerta, pero las manos le temblaron, y las frías llaves cayeron al suelo. Dudó, cerró el puño pensando “¡qué torpe!” Debido a su vergüenza y a la intimidación que provocaba aquel hombre, se paralizó, y él se agachó, recogió las llaves, se volvió hacia ella y le dijo “Aquí tiene señorita, nos vemos luego” y sonrió irónicamente.
Sin prestarle atención entró al edificio y subió las escaleras hasta llegar a su departamento. Apresurada, giró el picaporte y entró, recogió sus cosas y salió nuevamente murmurando lo torpe que era y riéndose como enferma. Se sentía muy sensible a todo, por dentro y fuera, y ella lo amaba, amaba ese efecto.
Salió, prendió un cigarrillo slim y caminó hacia la nada recordando el desafortunado evento que la tenía tan confundida. Recordó aquella noche excesiva en lujuria y alcohol, aquellas imágenes borrosas, aquel hombre. ¿Cómo ojos tan hermosos podían mostrar esa mirada tan fría? Lo conocía muy bien, pero no recordaba quién era, de hecho no recordaba cómo era. Solo sus ojos, y su piel tan blanca como la fría nieve, sentado todo el tiempo cerca de ella, en el cabaret, señalándola en su actuación como si fuera la muerte que la venía a buscar, dejándola sin aliento, y provocando que pierda el conocimiento. Si tan solo recordara su rostro entero... pensaba derramando lágrimas de nostalgia.
A toda costa quería evitar el cabaret, sentía pánico de pasar por ese lugar luego de aquella ocasión. Ni siquiera había ido a trabajar. Era tan cobarde... Luego se dio cuenta de que algo andaba mal. La puerta de su casa estaba abierta, o ¿había olvidado cerrarla anteriormente?. Atemorizada corrió en dirección a ella para verificar si su más grande temor era cierto, pero antes de llegar a la misma escuchó un fuerte sonido que le erizó la piel. Una respiración tan cálida como la que solo él tenía, junto a unos pasos ruidosos exactamente atrás de ella. Tan cerca que podía sentir su aliento y su calor corporal. Se agitó. Su corazón latía tan rápido que solo escuchaba eso, solo ese compás feroz. Sus oídos murieron, su nariz no olía, su lengua no sentía. Era solo el agresivo “pum-pum” de su pecho. Gritó, y sin dudarlo comenzó a correr como nunca en su vida, pero con tanto nerviosismo sumado a la torpeza de su estado, tropezó al tercer paso, y entre lágrimas suplicó por su vida tantas veces como su respiración se lo permitía. Se dio vuelta y abrió los ojos. Nada. La triste nada en frente de ella. La calle entera estaba vacía. Se quedó ahí tirada como un cadáver. Fría, despeinada, llena de preguntas sin respuestas. Su mente no paraba de balbucear respuestas lógicas, afirmando que no estaba loca. Llegó a un punto en que ella no tenía decisión sobre lo que pensaba, eran tan solo palabras de consuelo que ni ella creía. Y entre todo ese barullo escuchó -“No busques más querida, estoy tan dentro tuyo como lo está tu sangre”.
Se levantó del suelo, entre torpes pasos trató de buscar el camino que la dirigiría hacia su casa, para intentar calmarse y sentirse segura hasta que pasara el terremoto dentro de su cabeza, ya habiendo olvidado el suceso de las llaves y la puerta. Erguida caminaba como si no hubiera pasado nada, ocultando en su rostro la confusión. Así y todo, la gente la miraba como si estuviese viendo al diablo, con odio.
Llegó a la problemática puerta, entró y la única persona que estaba adentro era el raro señor del sombrero, quien preocupado por ella, se acercó a saludarla amablemente y preguntó qué le sucedía. Sin pensarlo lo miró con terror y lo empujó con tanta fuerza que logró que cayera al suelo a una distancia de varios metros de ella, y luego, corrió por las escaleras hasta su departamento, entró rápidamente y se aseguró de cerrar muy bien la puerta mientras cargaba una sonrisa. Se desvistió y caminó hacia la cama, para luego recostarse y relajarse. Pero ahí estaba, junto a ella, su único amor, el hombre del cabaret, el que la perseguía y murmuraba que estaba dentro como la sangre, el más anhelado... y su nombre, su nombre era cocaína.


• Lolita •

Autor: Iván Darío Poletti
Curso: 3º División: 2ª

jueves, 30 de octubre de 2008

PRESENTACIÓN

Esta sección contiene las producciones escritas elegidas por los alumnos de Tercero Segunda. Las mismas fueron realizadas durante el año, y queremos divulgarlas a través de este blog.

Profesora Carolina Renauld